O-KAERI NASAI

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viernes, 11 de diciembre de 2009

KOI SURU







Ki ga areba
Me mo kuchi kodo
Mi mono wo iu

Cuando el deseo llega
Los ojos pueden hablar mucho más
Que la boca






El amor, cuántas veces pensó en el amor...
Aún se ruboriza al pensar en el deseo que la inunda, el deseo de sentir manos ajenas recorriendo su piel. Cómo serán esas manos de otro ser, fuertes, cálidas, primitivas e invasoras.
Se despertó perezosa y estiró con fuerza las piernas rozando con suave sensualidad la tela del tatami que recogía su cuerpo. Apretó con fuerza los muslos, sintiendo una tibia calidez entre ellos, la seda de sus manos tocaron sus caderas anhelando un encuentro furtivo, un enfrentamiento de cuerpos sin control.
Se revolvió entre las ropas que cubrían su cuerpo, molestas e inoportunas. Quería mostrarse al aire, exhibirse al viento sin pudor, quería ser tocada y amada, hasta consumirse en el fuego al que en esos instantes daba la bienvenida. Quería comer del fruto prohibido...

Recordó el día en que lo vió por primera vez. Sus rasgados ojos no daban crédito al conocimiento de un rostro tan hermoso, blanco deslumbrante como la nieve cubriendo los sauces del jardín, llenos de lágrimas lánguidas, besando el suelo con su peso, arrastrándose en una tierna oración.
Le pareció que sus labios la besaban, la arrastraban a una pasión ciertamente desconocida y le pareció que esos mismos labios la atrapaban en un rezo de comunión íntima y eterna.

Se retorció sobre el tatami. Sus piernas se acariciaron lentamente la una a la otra y su pecho se agitó en cortos suspiros. Arqueó la espalda buscando aire fresco para aliviar el calor, y lo echó de menos.

Quiso tenerlo a su lado, allí, en esa habitación falta de aliento, falta de aire que había consumido su deseo. Quiso sus manos alisando los pliegues íntimos de su piel, su boca para darle el aire que le faltaba, su peso contra su pecho.

Volvió a recordarlo... Su primera mirada, sus ojos dándole la vida, clavándose en su pensamiento, grabándose a fuego. Sintió que se le iba la vida, se la llevaba el hombre con su wakizashi, cortándo su cabeza, abriéndole el vientre, arrancándo su corazón.

Oh Kami!, Ven, amor, ven a mí!

Suspiraba entrecortadamente, aspiraba el aire con fuerza, sus manos acariciaban la superficie cálida del tatami, intentando encontrar el cuerpo que tanto anhelaba, buscando, desesperada, hasta que sus manos tropezaron con otras manos...

Abrió los ojos de par en par, sobresaltada, el sudor empapaba la almohada, y su espíritu sintió una profunda tristeza.
No puede ser un sueño, los sauces no me mentirían jamás. Ellos lloraron por mí, sus ramas besaron mi rostro, el suelo de mi jardín. Ellos me prometieron que jamás volvería a estar sola, que mi vida estaría junto a él.
No puedo creer que esto sea sólo un sueño...

Y mientras volvía a recostar su cabeza para derramar lágrimas de desolación, volvió a sentir manos ajenas; manos envolviendo sus caderas, atrayéndola hacia un cuerpo joven lleno de promesas.
Las manos recorrieron su cuerpo y se detuvieron en su pecho, cerca de su corazón.
Su cara blanca como la nieve que cubría los sauces del jardín se iluminó con una tímida sonrisa.
Después de todo, no fue un sueño...

KOI SURU: enamorarse.
TATAMI: Estera que recubre el suelo.[ 畳 (たたみ) ]; (palabra que originalmente significaba "doblada y apilada"). Son un elemento tradicional muy característico de las casas japonesas. Tradicionalmente se hacían con tejido de paja, y se embalaban con ese mismo material.
WAKIZASHI: Segunda espada del samurái.
KAMI: (神, ''Kami'') es la palabra en japonés para aquellas entidades que son adoradas en el shintoísmo. Se suele traducir como "dios" o "deidad".

Este relato es propiedad de su autora y está protegido.

jueves, 3 de diciembre de 2009

CHA NO YU







Shiramomo ya
Shizuku mo otosu
Mizo no iru


El melocotón blanco:
Las gotas también dejan caer
El color del agua





El agua absorve el color de las hojas de té.
Haha, mis manos tiemblan...
Escucho mil gotas de lluvia golpeando las piedras del jardín, mil gotas de agua confundidas con la hierba. Son lágrimas del cielo llorando, contemplando mi aprendizaje eterno.
Muevo mi mano paralela a la línea del horizonte, y el vaivén de mi muñeca corta el aire. Aire que acaricio y envuelvo en un cálido abrazo atrapado en la palma surcada por el ritmo de mi vida, en líneas escritas por el destino que marca mi nacimiento. Haha, tú eres culpable de ello.

Mi mano se alza en movimiento ascendente y circular; baila, sintiendo el camino. Nunca nadie supo hacerla danzar salvo las hojas de té; mi mano vuela en el viento con olores de sakura en flor, con un sentido indescifrable, mágico y puro.
Mi mano se mueve en trazos marcados de tradición, en una sintonía acompasada, lenta, que invita a compartir la ceremonia del encuentro.

Mi mano se úne a mi otra mano.
Las dos se miran y hablan entre sí.
¿Qué giro debo seguir?, ¿En qué sentido?
Dirección Este, o dirección Oeste.
Oriente u Occidente.
No puedo decidir, y, sin embargo, se mueven solas...
Miran al sol, miran a la luna, se quedan con el dragón.
Las estrellas acogen el viaje del viento, el que origina mis manos en su camino a través del espacio, sintiendo el frío de la porcelana, el calor del agua mezclándose con el té.

Necesito agua caliente para volver a detener el tiempo y dejar que reine el silencio. Quiero volver a cortar el aire y mover mi mano otra vez, en una oscilación suave, dejando que continúe el goteo, incansable e incierto, de la infusión en mi taza, de la lluvia en mi tejado,. mientras late mi corazón recordando los libros de los que aprendí, ofreciéndote mi wabi, el que permanece en tu recuerdo...

Mi mano es bambú, es hoja que acoje el agua, la lluvia, se moja y se inclina, flexible, se abre paso en la niebla. Mi mano te ofrece el momento, te entiende y comparte el instante.
Quiéreme, conóceme, pues no volverás a tener un ichi-go ichi-e como el que yo te ofrezco, mis manos se detendrán en el tiempo. Acoge su vuelo en este momento, no volverás a verlas danzar.
El próximo baile ya no será para tí...

CHA NO YU: Literalmente, "agua caliente para el té".  Ceremonia del té.
HAHA: Mamá.
SAKURA: Cerezo.
WABI: Celebración de la ceremonia del té con humildad, simplicidad, imperfección, con sobriedad.
ICHI-GO ICHI-E: Literalmente, "un encuentro", "una oportunidad", algo que debe ser atesorado, pues no volverá a repetirse jamás.

Este relato es propiedad de su autora y está protegido.

Nota de la autora: La ceremonia japonesa del té (cha-no-yu, chadō, o sadō, ceremonia japonesa del té ) es una forma ritual de preparar té verde o matcha (抹茶, matcha), influenciada por el budismo zen, sirviéndose a un pequeño grupo de invitados en un entorno tranquilo.
Cha-no-yu (茶の湯, Cha-no-yu literalmente, "agua caliente para el té") se refiere usualmente a una ceremonia individual, mientras que sadō o chadō (茶道, 'sadō o chadō' "el camino del té") se refiere al estudio o doctrina de la ceremonia del té. La pronunciación sadō se prefiere en la tradición Omotesenke, mientras que chadō se prefiere en la tradición Urasenke.
Cha-ji (茶事, 'Cha-ji') alude a una ceremonia del té completa, incluyendo una frugal comida (kaiseki), té ligero (usucha) y té espeso (koicha), prolongándose aproximadamente cuatro horas. Chakai (茶会, literalmente "cita del té") no incluye el kaiseki.
Dado que quien realice la ceremonia debe estar familiarizado con la producción y los tipos de té, además del kimono, la caligrafía, el arreglo floral, la cerámica, incienso y un amplio abanico de otras disciplinas y artes tradicionales además de las prácticas de la ceremonia en el colegio, el estudio de las mismas toma muchos años, a menudo una vida completa. Incluso para participar como invitado en una ceremonia del té formal se requieren conocimientos de los gestos y posturas adecuados y las frases que se esperan, la manera apropiada de tomar el té y los dulces y la conducta general en la sala del té.

El té fue introducido en Japón durante el siglo IX por los monjes budistas de China, donde se conocía, según la leyenda, desde hacía milenios. El té se hizo rápidamente popular en Japón y se comenzó a cultivar localmente.
La costumbre de beber té, primero como bebida medicinal y luego simplemente por placer se hallaba ya extendida ampliamente en China. A comienzos del siglo IX, el autor chino Lu Yu escribió el Ch'a Ching (Clásico de té), un tratado sobre su cultivo y preparación. La vida de Lu Yu se encontraba fuertemente influenciada por el budismo, particularmente por la escuela Chan, que evolucionó al Zen en Japón, y sus ideas tuvieron gran importancia en el desarrollo de la ceremonia del té japonesa.

En el siglo XII, una nueva forma de té, matcha, se introdujo. Este polvoriento té verde, extraído de la misma planta que el té negro, pero sin fermentar, fue usado en rituales religiosos de los monasterios budistas. Para el siglo XIII, los samurái comenzaron a preparar y beber matcha y los pilares de la ceremonia del té fueron erigidos.


La ceremonia del té evolucionó a una "práctica transformativa" y comenzó a desarrollar su propia estética, en particular el wabi. Wabi (佗, significando quietud o refinamiento) sobrio, o gusto sometido "es caracterizado por la humildad, moderación, simplicidad, naturalidad, profundidad, imperfección, y simples objetos y arquitectura, sin adornos, enfatizantemente asimétricos, y la celebración de la belleza suave que el tiempo y el cuidado imparten a los materiales". (Introducción: Chanoyu, el Arte del Té, en la página Urasenke de Seattle) [1]. Ikkyu, que revitalizó el Zen en el siglo XV, tuvo una profunda influencia en la ceremonia del té.


Para el siglo XVI, el té se había extendido a todos los niveles de la sociedad japonesa. Sen no Rikyu, quizás la más conocida y respetada figura histórica en la ceremonia del té, introdujo el concepto de ichi-go ichi-e (一期一会, 'ichi-go ichi-e' literalmente, "un encuentro, una oportunidad"), una creencia de que cada encuentro debería ser atesorado ya que no podría volver a repetirse. Sus enseñanzas derivaron en el desarrollo de nuevas formas de arquitectura y jardines en Japón, las Bellas Artes, las artes aplicadas, y en el desarrollo completo del sadō. Los principios que asentó -Armonía (和 wa), respeto (敬 kei), pureza (清 sei) y tranquilidad (寂 jaku)- son, todavía, el centro de la ceremonia del té.

La ceremonia del té requiere años de práctica y aprendizaje... con todo, el conjunto de este arte, en cuanto a sus detalles, no significa más que hacer y servir una taza de té. El asunto supremamente importante es que dicho acto debe realizarse de la manera más perfecta, más educada, más graciosa y más encantadora posible. -Lafcadio Hearn-