O-KAERI NASAI

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viernes, 27 de marzo de 2009

MAIKO, LA APRENDIZ (II). El Misedashi



Para llegar a ser una geisha no es imprescindible empezar el camino como Maiko, pero las que siguen esta vía tradicional llegan al final con una preparación sólida y extensa, lo que las hace ser muy valoradas, solicitadas y las dota de un mayor prestigio.
Transcurrido el Minarai, el aprendizaje mediante la observación, la Maiko ya puede ser presentada en sociedad y se prepara su debut: la Okâsan o dueña de la casa para la que trabaja encarga una serie de kimonos y accesorios para la ocasión.

La preparación del debut es un nuevo ritual al que se le llama misedashi ("abierto al público"). La nueva Maiko se dedica entonces a repartir su tarjeta de contacto (sashigami) por toda la comunidad, casas de té, restaurantes, y que le sirve para presentarse con su nuevo nombre e incluye también el nombre de su hermana mayor (onêsan), porque la aprendiz, una vez es admitida en el karyûkai, se le asigna un nombre nuevo, derivado a su vez del nombre de su hermana y que se registra en el kenbán o archivo de la comunidad.
La maiko deja de utilizar su nombre de nacimiento y pasa a formar parte de la "familia" de su hermana mayor, así, si la hermana pertenece a la familia Ichi- como Ichiko, a la nueva debutante se le asignará un nombre con la misma raíz, como Ichikuro, Ichimame o Ichiume.
Mientras tanto, en la puerta de la okiya se cuelgan los mokuroku, grandes pósters llenos de colores que son las felicitaciones y deseos de suerte de otras compañeras, amigos, familia y actores del kabuki o teatro japonés.

KIKUTSURO, nueva maiko de Kyoto y sus Mokuroku


La maiko se viste con un kimono negro que lleva el emblema de la okiya a la que pertenece, y se colocan en su peinado dos ornamentos llamados
bira-bira, considerados amuletos para la buena suerte.


miércoles, 25 de marzo de 2009

MAIKO, LA APRENDIZ (I). El Minarai






La palabra Maiko significa "mujer de la danza", bailarina, y es el término con la que se designa a las aprendices de Geisha.








El período de aprendizaje de una joven que pretende convertirse en flor del Karyûkai es imprescindible si desea llegar a ser una geisha valorada y ser solicitada para acudir a las casas de té a prestar sus servicios. Cuánto más se la invite a las diferentes reuniones sociales que se produzcan en su comunidad o en la ciudad, más alto será su cachet, lo que implica un mayor sueldo y un alto prestigio.

Para conseguirlo, deberá aprender las artes de su oficio: música (tocar instrumentos como el shamisen), danza, canto y llegar a ser capaz de conversar sobre cualquier tema que surja durante las reuniones, ya sea sobre la actualidad del país, política, literatura, pues todo está permitido y pueden hablar con total libertad y los hombres las escuchan con verdadero interés considerándolas sus iguales en la conversación, siempre que sea ingeniosa.

Esta etapa de Maiko dura aproximadamente unos tres o cuatro años y empieza con el ritual del sansan-kudo, ceremonia que la emparenta con una Onesan (Hermana Mayor), la cual la supervisará y ayudará en su aprendizaje y que suele ser una geisha experimentada.

Seguidamente empieza el Minarai, "aprender observando". Durante este tiempo la maiko observa a su hermana mayor y a sus compañeras y va asimilando todo lo que ve, sin pronunciar ni una sola palabra y sin obtener beneficios económicos; este período suele durar un mes aproximadamente.






Las maiko minarai se identifican por sus kimonos muy coloridos con predominancia del color rojo, aunque los primeros días como minarai visten un kimono negro. Llevan muchos ornamentos en el pelo y únicamente su labio inferior se pinta de rojo.


domingo, 22 de marzo de 2009

UNA KOUTA PARA MI AMADA



Nanigoto mo
Gyoi no ma ni ma ni
Yanagi kana





"No importa como quieras el sauce"



Haiku de Kochichi, Geisha de Shimbashi, 1935


Cae la noche en el jardín del Sakura. La sombra de la mimosa cierra con su oscuridad la fuente de la Sabiduría y el Rencor. Sus aguas se aquietan a medida que se retiran sus habituales visitantes a dormir.

Las velas de la Okiya se van apagando, una tras otra, produciendo leves chisporroteos que truncan el silencio que se adueña de estancias y rincones. Tan solo una vela permanece encendida, la luz que necesita Mineko, la última Maiko, la aprendiz de geisha en el mundo de la flor y el sauce.

No tiene sueño, no desea dormir, pero sus párpados se cierran permitiendo así la evocación ensoñadora de sus pensamientos, del recuerdo cruel y absurdo de su niñez perdida, de su adolescencia robada y de la tenue melodía de una canción que apenas recuerda.

Mineko acaricia su kimono Haru, enlaza sus manos con el Obi que la abrazará mañana en un círculo eterno de sumisión. Siente la seda, la hace suya y se revuelve inquieta en el lecho pensando en el día que avanza despacio, que llega inexorable, marcando el momento en que empieza su nueva existencia, su vida como Ichikuro, la invisible, la que calla, la que aprende, la que el destino convertirá algún día en geisha.

Sus ojos se abren penosamente, el sueño parece que está llegando y un suspiro escapa de su boca húmeda, entreabierta. Su aliento se eleva y se funde con una lágrima inesperada de agridulce sabor y una poderosa tristeza se apodera de su corazón por el largo camino que deja atrás, en un intento de fuga de su condición sin rumbo, y todo ello se mezcla con el día que amanece, la esperanza que crece...

Pero es feliz, se siente feliz. Mañana dará comienzo otro mundo, la nueva morada de una mujer diferente, oculta tras una máscara de duro metal. Mañana formará parte de la gran familia Ichi-, las flores más hermosas de la historia de Gión.

El tiempo pasa, las horas avanzan, y de su mente febril y excitada por cada pensamiento nuevo, se abre paso la Kouta que escuchaba de niña en labios de su hermano. De su boca suave empiezan a brotar las palabras en un murmullo apenas audible, mientras su corazón la acompaña con una música triste pero llena de amor y deseada esperanza:

Las ramas del Sauce se doblan con el tiempo y no sé dónde estás, amada mía. El junco se hunde en las aguas del lago y no te encuentro, amada mía. El sol se pone en el silencio y tú no vuelves, amada mía. La flor del cerezo se marchita y nace el fruto y no te siento, amada mía. Adiós mi fresco sauce, mi bastón de junco. Adiós la luz de mis noches, mi pequeña flor. Adiós, amada mía.

Mineko sonríe... mañana será una flor más, una flor en el Hanamachi de Gión Kobu. Y un sauce más en el misterioso y turbador mundo del Karyûkai.

KOUTA: Canción corta

SAKURA: Cerezo en flor

OKIYA: Casa donde viven las geishas

HARU: Primavera

OBI: Cinturón del kimono

GIÓN KOBU: Distrito de Kyoto

HANAMACHI: Comunidad de geishas registrada

Este relato es propiedad de su autora y está protegido.

viernes, 20 de marzo de 2009

KARYÛKAI



"El mundo de la Flor y el Sauce"


Es el significado de la palabra japonesa Karyûkai, el mundo secreto e impenetrable de las Geishas, un mundo que empezó a abrir sus puertas no hace mucho tiempo después de más de trescientos años de silencio tácito impuesto por la tradición, permitiendo que sus misterios, sus costumbres y su forma de vida dejaran de desarrollarse en un entorno oscuro y cerrado para darse a conocer a Occidente.
Existen muchos estereotipos sobre la figura de las Geishas que interpretan erróneamente su función dentro de la sociedad nipona, función que únicamente se comprende dentro del contexto cultural del Japón, consideradas como parte importante y vital de sus tradiciones y forma de vida.

Las Geishas o Geigi cumplen con las expectativas que los hombres japoneses tienen sobre el ocio y el entretenimiento pues son su máximo exponente.
Una Geisha debe ser, y es en esencia, hermosa como una flor y flexible y fuerte como un sauce, ése es el significado oculto de Karyûkai, la intención de la palabra, lo que realmente nos quiere transmitir, ésa es su fuerza, más allá de su transcripción literal, porque el lenguaje japonés está lleno de significados ocultos que hay que saber descubrir.

La palabra Geisha en japonés significa "Artistas" y así se denominan ellas mismas salvo en las comunidades de Kyoto, donde prefieren el término Geiko que quiere decir "Mujer del Arte", y como toda palabra japonesa, tiene un significado mucho más profundo que el de ser meras artistas según el concepto occidental.

Verlas en el desempeño de sus funciones es todo un espectáculo: cuando bailan, tocan sus instrumentos, cantan, actúan, conversan, e incluso simplemente paseando por las calles, aunque encontrarse con una verdadera Geisha no es corriente. La mayoría son falsas, muchachas jóvenes que no tienen nada que ver con este mundo y que se disfrazan como Geishas auténticas para ganarse unos dólares dejándose fotografiar por los turistas extranjeros.
Si uno tiene la fortuna de encontrarse con una Geisha real (se las suele ver paseando por la ciudad hacia el atardecer, puesto que duermen hasta muy tarde), quedará maravillado ante su atuendo: su kimono, sus sandalias, su peinado, pero lo que las delata como auténticas, es su elegancia innata, sus movimientos delicados, su sonrisa tímida, su voz suave y su orgullo de ser lo que son, todo lo que no poseen sus imitadoras, muy al contrario.

¿Qué significa ser una Geisha? No cabe duda de que existen muchas y diferentes respuestas, tantas como mujeres dedicadas a este mundo vocacional.
Así pues, bienvenidos al Karyûkai, El mundo de la Flor y el Sauce...